Los 300 años de la Universidad Central de Venezuela

José Ramón Poleo

Resumen


El primer instituto de estudios mayores en la Caracas colonial se originó en el Colegio Seminario de Santa Rosa inaugurado en 1673 por el Obispo Antonio González de Acuña, y consolidado luego con la aprobación de sus Estatutos y Constituciones por el Obispo Diego de Baños y Sotomayor el 29 de agosto de 1696. Transcurrido el tiempo suficiente para la consiguiente maduración social y cultural de la sociedad colonial venezolana, esta se permitió a aspirar a una universidad como las que existían en otros países de Hispanoamérica, de manera que después de las gestiones correspondientes obtuvo así del Rey Felipe V la elevación de este Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima al estatus de Real Universidad de Caracas por Real Cédula emitida el 22 de diciembre de 1721 y luego su reconocimiento como Pontificia por bula papal de Inocencio XIII en 1722. Se ha considerado la fecha del 22 de diciembre de 1721 como la correspondiente al nacimiento de la Universidad Central de Venezuela (UCV), de manera que cerrando el año 2021 cumple sus gloriosos y productivos 300 años de existencia
La Universidad Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa en Santiago de León de Caracas tuvo como sede el antiguo Convento de San Francisco, convertido ahora en el Palacio de las Academias, que ahora orgullosas de su pasado ocupan las diversas Academias nacionales, entre ellas la de Medicina, hasta que en la década de los 50 fue trasladada a la Ciudad Universitaria. Esta obra magna del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, fue construida en terrenos de la antigua hacienda Ibarra, en un gran complejo urbanístico de alrededor de 200 hectáreas que incluye un total de 40 edificios considerada hoy en día Patrimonio Cultural de la Humanidad, distinción que sólo comparte con la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue así un espacio donde el arte y la arquitectura se amalgamaron en una “síntesis de las artes” con obras de arte tan importantes como las icónicas Nubes Flotantes de Alexander Calder que decoran su Aula Magna, murales de Wilfredo Lam, Ferdinand Léger y Victor Vasarely, y esculturas de Jean Arp y Henri Laurens entre otras, así como el icono de la Universidad, el reloj de la plaza del rectorado, obra de Villanueva. El 2 de marzo de 1954, Marcos Pérez Jiménez inauguró la Plaza Cubierta, el Aula Magna y la Biblioteca Central con motivo de la celebración de la X Conferencia Iberoamericana en Caracas. Se cumplía así una etapa más de un proyecto que se venía estructurando desde la década anterior, aún antes de controlar Pérez Jiménez los destinos del país.
Volviendo a su historia, una vez creada, la Universidad de Caracas envió al Consejo de Indias su proyecto de Estatutos el cual fue aprobado en mayo de ese mismo año. Estos Estatutos rigieron la vida de la Universidad durante todo el período colonial, con algún intento de reforma parcial de los mismos en 1817. Entre 1725 y 1821 la Universidad de Caracas graduó 2756 estudiantes entre Bachilleres, Licenciados, Maestros y Doctores. De allí surgió en gran parte el grupo de próceres civiles que conformaron nuestras instituciones republicanas durante el proceso de independencia, con figuras como Juan Germán Roscio, Andrés Bello y José María Vargas, por citar algunos, y de allí también, universitarios unidos a estudiantes de colegios vecinos, a 85 seminaristas del Colegio de Santa Rosa y a escasas fuerzas patriotas liderados por José Félix Ribas y Vicente Campo Elías detuvieron el 12 de febrero de 1814 el avance de la fuerzas realistas comandadas por José Tomás Boves en la Victoria. Esa fecha es conmemorada por el Día de la Juventud en nuestro país. No sería esa la única vez que estudiantes pagarían una cuota de sangre por defender sus principios ante la injusticia.
Una vez consumada nuestra independencia el gobierno republicano orientado por nuestro Libertador con espíritu innovador ajustado a esta nueva etapa de nuestro país, promulgó el 24 de junio de 1827 los nuevos 

Estatutos que determinarían la vida de nuestra Universidad Central de Venezuela. Destaca en esa etapa inicial al frente de nuestra casa de estudios el Dr. José María Vargas, quien en el trienio 1827-1830 se reveló como un verdadero propulsor del movimiento científico de esa época.
Resaltaban en esta nueva etapa la absoluta separación que se hacía de la iglesia como factor dominante en el quehacer universitario, la reforma del claustro, la actualización de las cátedras, la introducción de nuevas carreras, dando cabida en ellas a las nuevas corrientes científicas como es el caso de medicina y la asignación de rentas para darle base material a la autonomía universitaria, con lo que se buscaba adecuar la institución a la nueva situación juridico-politica de un país que transitaba de la subordinación colonial a la condición de nación independiente. Se rompían así viejas y absurdas costumbres coloniales como la del color de la piel como requisito de ingreso, la "vista et moribus" (tipo de carta donde se demostraban la vida de buenas costumbres), y se abandonó el latín como lengua en que se impartían las clases, así como aquella disposición que establecía que sólo Doctores en Medicina podían asumir el papel de Rectores.
En la sesión del Claustro Pleno Universitario del 09 de julio de 1811 la Universidad de Caracas bajo la presidencia del Rector Dr. José Vicente Machillanda se pronunció para respaldar y reconocer: “la independencia absoluta de la Provincia de Venezuela de toda otra potestad que no emane de la voluntad libre y general de sus pueblos”. Al efecto se emitió un Acta que reposa hoy en el Archivo Histórico de la UCV, cuyo gran valor jurídico y político llevó, el 30 de septiembre de1812, a que el Capitán Domingo Monteverde, jefe militar de las fuerzas realistas que reconquistaron Caracas, presionara al Claustro universitario para tachar de sus libros el contenido pro independentista de la trascendente Acta.
No sería esa la única agresión que la Universidad Central de Venezuela recibiría a lo largo de su afanosa historia, ya que en el período de vida de la república que se extiende posteriormente hasta 1936 con la crisis política que sigue a la independencia, con diversos acontecimientos, entre ellos la Guerra Federal, van a impactar la vida universitaria, la cual se vería reducida a un mínimo funcionamiento académico, para sufrir posteriormente los abusos de Antonio Guzmán Blanco y de Joaquín Crespo, entre 1870 y 1898, quienes despojaron a la Universidad de su autonomía y de su patrimonio material heredados de tiempos coloniales y de los recursos asignados por Simón Bolívar en los inicios republicanos. La posterior toma del poder por Cipriano Castro en 1899 y el ascenso de Juan Vicente Gómez para asumir el mando de los destinos del país entre 1908 y 1935 no mejoró la situación, con cierre de sus actividades por órdenes gubernamentales en dos ocasiones.
Ante los mecanismos de opresión la juventud universitaria siempre ha respondido con diversas manifestaciones cívicas, entre ellas la ¨Delpiniada”, acto bufo celebrado en el Teatro Caracas el 14 de marzo de 1885 para denunciar la adulación que grupos caraqueños rendían a Antonio Guzmán Blanco, la “Sacrada” de 1901, manifestación jocosa antimilitarista que motivó que Cipriano Castro decretara el cierre de la Universidad desde el 9 de marzo de 1901 para abrirla nuevamente gracias a las gestiones del Rector Santos Dominici el 20 de mayo de 1901, las protestas y huelga universitaria contra las reformas del Rector Guevara Rojas en 1912 impuestas por Gómez, que motivaron el cierre de la UCV entre 1912 y 1922, y la marcha protesta dirigida por el rector F. A. Rísquez en 1935. Ausente por las circunstancias antes dichas de la Reforma de Córdova de 1918, una década más tarde durante los actos de la Semana del Estudiante, surgiría una nueva protesta en la que se manifestaría la llamada Generación del 28, quienes con sus boinas azules y su visión por una Venezuela diferente, darían origen a una generación política que tendría mucho que ver desde 1936 con la forja de la Venezuela moderna del siglo XX, y de la cual saldrían después de López Contreras y Medina Angarita los líderes que gobernarían al país en las siguientes décadas. Destacaron en este grupo heterogéneo quienes después serían dirigentes políticos e intelectuales relevantes como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, Juan Oropeza, Isaac J. Pardo y Rodolfo Quintero, entre otros. Muchos de ellos fueron encarcelados después de los hechos, mientras que algunos fueron al exilio sin poder concluir sus estudios.
En 1958, después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, una comisión gubernamental estableció una nueva ley para las universidades. La nueva ley entró en vigencia el 5 de diciembre del mismo año. En ella se garantizaba en un principio una autonomía que permitía tanto a los profesores como a los estudiantes estudiar y trabajar en un ambiente de libertad y tolerancia a todas las corrientes del pensamiento. Esta base legal muy importante sin embargo fue desvirtuada durante la 

década de 1960 cuando guerrilleros y rebeldes, apoyados por Fidel Castro, se refugiaron en el interior del campus universitario intentando escapar a la persecución gubernamental. Esta tensa situación llegó a un punto muerto en 1969 cuando los estudiantes exigieron reformas y transformaciones radicales. Por último, el 31 de octubre de 1969, la administración del presidente Rafael Caldera ordenó el allanamiento de la universidad, conocido como la Operación Canguro. El Rector Jesús María Bianco fue obligado, asimismo, a renunciar a su cargo. La Universidad se reabrió en 1971 con un nuevo rector y un nuevo plan para la renovación.
La agresión a nuestra máxima casa de estudios no se ha detenido , ya que ante su posición de defensa de nuestros valores cívicos, institucionales y morales, desde hace ya dos décadas ha sido sometida a diversas presiones, entre ellas una asfixiante política presupuestaria destinada a provocar la claudicación de quienes valientemente la han defendido en el claustro y en la calle con pérdida de vidas que tenían mucho por darle a nuestro país, y con prisiones injustas o el exilio forzado a otros que no han hecho nada más que defender esos valores. El papel que estos valientes estudiantes han jugado en estas protestas es incuestionable.
Es necesario reconocer que el desarrollo académico de nuestra Universidad se vio impactado de una manera favorable por la acogida en su estructura académica de inmigrantes europeos desplazados por la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, quienes contribuyeron en una forma muy positiva con el desarrollo de las ciencias naturales, entre ellas la medicina, la tecnología, las ciencias sociales y humanísticas. Venezuela ha sido siempre un país de acogida, aunque tristemente, la situación ahora se ha invertido, con la trágica diáspora que afecta al país.
Entre 1901 y 1935 se incorporaron a la vida nacional 3321 egresados de la UCV, quienes con su espíritu ucevista y sus conocimientos científicos, técnicos y humanísticos contribuyeron a la transformación de nuestro país, y entre 1936 y 2009 216 686 egresados de pregrado y postgrado, así como entre 2010 y 2020 35 300 estudiantes de pregrado y postgrado (25373 y 9957 respectivamente) han salido del Paraninfo o del Aula Magna contribuyendo con su aporte en diferentes áreas de la actividad nacional al progreso de nuestro país.
La UCV, que cumple 300 años de existencia dedicados a la loable labor de la enseñanza de miles de estudiantes, a la investigación y a la extensión del conocimiento producido, a lo largo de estas tres centurias ha constituido un bastión de defensa de los valores cívicos y morales de nuestra nación. Para ello ha contado con sus docentes, personal administrativo y obrero de la Universidad Central de Venezuela que pese a todos los contratiempos que tienen que enfrentar por las actuales condiciones de trabajo e injusticias salariales, junto con el sector estudiantil, se han mantenido en una lucha que tiene entre sus fines la persistencia de nuestra máxima casa de estudios, para defender ese Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Pese a todos los contratiempos, la nuestra UCV no se ha detenido, y ha seguido formando ucevistas orgullosos de su institución. La Casa que Vence la Sombra se impondrá al mal, para que más temprano que tarde, una nueva generación cívica y universitaria reasuma los destinos del país para llevarle a su recuperación cívica, moral y económica.
¡Que viva la UCV!


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Referencias


Archivo Histórico de la Universidad Central de Venezuela. https://iamvenezuela.com/2016/06/archivo-historico-de-la-universidad-central-de-venezuela/

Ferrero Micó Remedios. La universidad en Venezuela durante el período colonial: bibliografía crítica, metodología y estado de la cuestión. Estudios de Historia Social y Económica de América, ISSN 0214-2236, Nº 11, 1994, págs. 65-108.

Fundación Empresas Polar https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/l/la-sacrada/Picón Salas, Mariano. Los días de Cipriano Castro. 4a ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1986.

Navas y Blanco Alberto. La UCV en el proceso histórico venezolano. 2017. http://www.ucv.ve/sobre-la-ucv/resena-historica.html

Rojas Reinaldo. Historia de la Universidad en Venezuela. Revista Historia de la Educación Latinoamericana 2005; 7: 75.100. http://www.redalyc org/articulo.oa?id=86900705

Torres Ildemaro. La Delpiniada. 2a ed. Caracas: Fundación Shell, 1967. El humorismo gráfico en Venezuela. Caracas: Ediciones MARAVEN, 1982; Velada literaria en honor al Excelentísimo Señor Don Francisco Antonio Delpino y Lamas verificada en el Teatro Caracas la noche de Santa Florentina, 14 de marzo de 1885. Caracas: Tipografía El Cojo, 1885.




DOI: http://dx.doi.org/10.61155/gen.v75i4.569

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